Este post no es de bodas, o al menos no es para novias pero sí creo que debe estar en un blog de bodas. Es para todos aquellos que quieren formar parte de este mundo de una forma u otra, pero no consiguen meter su piececito dentro. Wedding planners, fotógrafos, manitas que hacen tocados o floristas que no saben ni por dónde empezar.
Este post espero que no sea fruto de mi incapacidad de autocontrolar lo que debería o no debería decir de vez en cuando, pero es que tengo días en los que pienso ¡ya basta por favor!
Ya basta de creernos mejores que nadie, ya basta de que el número de followers en instagram te haga pensar que eres mejor profesional, ya basta de la crítica mala por detrás, ya basta de la envidia insana, de no alegrarte de que a tus compañeros les vaya bien, ya basta de los mails espías queriendo sacarte información sobre cómo haces los presupuestos o qué cobras por cada servicio, ya basta de los "emprendedores ilegales" que juegan con ventaja, ya basta de comentar lo malo y no lo bueno, de no atrevernos a decirle a un compañero: bravo por esa idea, genial esa boda, qué bonito lo dejaste.
No es que yo sea un alma de la caridad, de verdad que no, pero sí que creo en el buen rollo como forma de vida. Y me he dado cuenta de que yo misma he caído un poco en el clima de la crítica, del cotilleo, del qué ha dicho quién y a quién se lo dijo. Y no quiero. No quiero saber nada más. Nada más malo. No quiero personas tóxicas cerca ni en mi vida ni mucho menos en mi profesión. Ya basta, para mi también.
Porque tenemos la suerte de estar metidos en algo que fue un enorme salto al vacío, porque en el caso de los wedding planners estamos construyendo una profesión que no existía y depende de nosotros lo que acabará siendo. Porque tengo compañeros maravillosos que admiro, que me felicitan cuando creen que tienen que hacerlo, que nos mandamos bodas cuando tenemos las fechas ocupadas, que nos decimos lo que creemos que el otro hace mal desde el verdadero consejo sincero. Y porque hay gente que empieza que vale mucho, que hace que cuando veo su primera boda piense "ya puedes ponerte las pilas Eva", que me ayudan a no pensar que tengo el camino hecho ni un poco y a esforzarme cada día.
Pero hagamos las cosas bien, seamos honestos si queremos estar en una profesión que lo sea, seamos profesionales si queremos que se nos trate como tal, no hablemos de los demás sin saber, ni dañemos la imagen profesional de nadie por un simple rato de risas cotillas...
Me canso de que se juzgue tanto, me canso de la poca benevolencia con los demás, me canso de que nos creamos tan listos y que ya hemos llegado lejos. ¿Lejos de qué? Porque os puedo garantizar que 5 años después, con un equipo estupendo, un local maravilloso, muchas más bodas al año de las que jamás imaginé, con eventos para peques y para mayores que me divierten tantísimo...aún sigo cogiendo la calculadora a final de mes y pensando: joe...tengo que ver cómo ganar más que voy justísima. Y lo hago y sigo intentándolo porque ser wedding planner me apasiona, pero NO, no es el negocio del año, nunca saldré en la revista Forbes por esto...os lo puedo asegurar. Y sigo cargando la furgoneta si me puedo ahorra un gasto extra. Y lavo el cristal de Colorín cada lunes y lo empaqueto cada viernes con mis manitas. Y recorro polígonos hasta dar con los proveedores que nadie conoce para diferenciarme lo que pueda.
Criticar es muy fácil. Es rápido. No necesita pruebas y ni siquiera, tienes delante al criticado para que te cierre la boca si lo que dices es mentira. Así que ahora, después de escuchar demasiadas veces la crítica fácil que se nos hace a todas las wedding planners, dejo aquí mi mensaje (poco humilde, lo sé) para todo el que quiera criticarme por este motivo:
Tengo una licenciatura, dos masters, una diplomatura, cursos infinitos, premios internacionales y hablo 4 idiomas. He trabajado en agencias de muchas ciudades del mundo, para marcas como Coca-Cola, Louis Vuitton, Hendricks, Mercedes, Fanta, Disney... He vivido en Madrid, en París, en Milán, en Washington D.C., en Londres y en Nueva York.
En serio, el próximo que quiera decir que "soy la típica wedding planner que se casó y se puso a hacer bodas" si quiere, le paso el teléfono de mi santa madre, que tuvo que pagar toda mi formación.
Pago mis impuestos religiosamente, con todo el dolor de mi corazón porque obviamente me suponen el esfuerzo más grande del mundo.
Hago bodas de mucho presupuesto y bodas de presupuesto bajo y ¿sabéis por qué? Porque me gustan las bodas y me da exactamente igual la cartera de mis clientes. Ese no es el motivo que me mueve para dedicarme a esto.
Hago cumpleaños, cumpleaños con presupuestos de bodas y cumpleaños con presupuesto de cumpleaños. ¿Sabéis por qué? Porque me chifla ver la cara de un niño cuando ve su cumple montado. Y también monto candybars. Sí, sí. Solo candybars. ¿me merece la pena? Pues sí, a mi en mi casa me enseñaron que la montaña se hace con muchos granitos y que cada uno, suma como el resto.
Así que trabajo todo lo que tenga que trabajar para tener mi huequito en el sector, pagar a mis chicos, a mi gestor, la luz y cuando llego a las bodas, sonrío todo lo que sé porque valoro que es el día más importante en la vida de alguien.
Y aplaudo a mis compañeros de sector: a las chicas de la Colombine porque creo que tienen un gusto exquisito, a Atípica porque hacen las bodas más espectaculares que yo haya visto jamás en España, a Cristina&Co porque su manera de ser me fascina, a Las Mafaldas porque son rápidas pensando y moviéndose, a Bodas de Cuento por mil motivos la verdad...solo uno no me llega, a Vip porque sacan el atrezzo para decorar de una fábrica mágica que deben tener escondida, y a muchos muchísimos más.
Y a otros no les aplaudo porque no me gusta cómo trabajan, no me identifico con su forma de cobrar o con su forma de "colaborar" pero seguro que eso no quiere decir que la mía sea la buena. Solo que es otra.
El caso es que este post ha sido autoterapia, porque a veces necesito recordarme a mi misma que ¡ser wedding planner es la pera!, que no es una competición por ver quién llega el primero, que unas veces unos estarán arriba y otras lo estarán otros, que bienvenidos los que quieran empezar en esto siempre que lo hagan profesionalmente y que a todos los que quieran estropear algo tan bonito: ¡de verdad, basta ya!
Este post ha sido escrito por las hormonas de Eva Colorín
Este post espero que no sea fruto de mi incapacidad de autocontrolar lo que debería o no debería decir de vez en cuando, pero es que tengo días en los que pienso ¡ya basta por favor!
Ya basta de creernos mejores que nadie, ya basta de que el número de followers en instagram te haga pensar que eres mejor profesional, ya basta de la crítica mala por detrás, ya basta de la envidia insana, de no alegrarte de que a tus compañeros les vaya bien, ya basta de los mails espías queriendo sacarte información sobre cómo haces los presupuestos o qué cobras por cada servicio, ya basta de los "emprendedores ilegales" que juegan con ventaja, ya basta de comentar lo malo y no lo bueno, de no atrevernos a decirle a un compañero: bravo por esa idea, genial esa boda, qué bonito lo dejaste.
No es que yo sea un alma de la caridad, de verdad que no, pero sí que creo en el buen rollo como forma de vida. Y me he dado cuenta de que yo misma he caído un poco en el clima de la crítica, del cotilleo, del qué ha dicho quién y a quién se lo dijo. Y no quiero. No quiero saber nada más. Nada más malo. No quiero personas tóxicas cerca ni en mi vida ni mucho menos en mi profesión. Ya basta, para mi también.
Porque tenemos la suerte de estar metidos en algo que fue un enorme salto al vacío, porque en el caso de los wedding planners estamos construyendo una profesión que no existía y depende de nosotros lo que acabará siendo. Porque tengo compañeros maravillosos que admiro, que me felicitan cuando creen que tienen que hacerlo, que nos mandamos bodas cuando tenemos las fechas ocupadas, que nos decimos lo que creemos que el otro hace mal desde el verdadero consejo sincero. Y porque hay gente que empieza que vale mucho, que hace que cuando veo su primera boda piense "ya puedes ponerte las pilas Eva", que me ayudan a no pensar que tengo el camino hecho ni un poco y a esforzarme cada día.
Pero hagamos las cosas bien, seamos honestos si queremos estar en una profesión que lo sea, seamos profesionales si queremos que se nos trate como tal, no hablemos de los demás sin saber, ni dañemos la imagen profesional de nadie por un simple rato de risas cotillas...
Me canso de que se juzgue tanto, me canso de la poca benevolencia con los demás, me canso de que nos creamos tan listos y que ya hemos llegado lejos. ¿Lejos de qué? Porque os puedo garantizar que 5 años después, con un equipo estupendo, un local maravilloso, muchas más bodas al año de las que jamás imaginé, con eventos para peques y para mayores que me divierten tantísimo...aún sigo cogiendo la calculadora a final de mes y pensando: joe...tengo que ver cómo ganar más que voy justísima. Y lo hago y sigo intentándolo porque ser wedding planner me apasiona, pero NO, no es el negocio del año, nunca saldré en la revista Forbes por esto...os lo puedo asegurar. Y sigo cargando la furgoneta si me puedo ahorra un gasto extra. Y lavo el cristal de Colorín cada lunes y lo empaqueto cada viernes con mis manitas. Y recorro polígonos hasta dar con los proveedores que nadie conoce para diferenciarme lo que pueda.
Criticar es muy fácil. Es rápido. No necesita pruebas y ni siquiera, tienes delante al criticado para que te cierre la boca si lo que dices es mentira. Así que ahora, después de escuchar demasiadas veces la crítica fácil que se nos hace a todas las wedding planners, dejo aquí mi mensaje (poco humilde, lo sé) para todo el que quiera criticarme por este motivo:
Tengo una licenciatura, dos masters, una diplomatura, cursos infinitos, premios internacionales y hablo 4 idiomas. He trabajado en agencias de muchas ciudades del mundo, para marcas como Coca-Cola, Louis Vuitton, Hendricks, Mercedes, Fanta, Disney... He vivido en Madrid, en París, en Milán, en Washington D.C., en Londres y en Nueva York.
En serio, el próximo que quiera decir que "soy la típica wedding planner que se casó y se puso a hacer bodas" si quiere, le paso el teléfono de mi santa madre, que tuvo que pagar toda mi formación.
Pago mis impuestos religiosamente, con todo el dolor de mi corazón porque obviamente me suponen el esfuerzo más grande del mundo.
Hago bodas de mucho presupuesto y bodas de presupuesto bajo y ¿sabéis por qué? Porque me gustan las bodas y me da exactamente igual la cartera de mis clientes. Ese no es el motivo que me mueve para dedicarme a esto.
Hago cumpleaños, cumpleaños con presupuestos de bodas y cumpleaños con presupuesto de cumpleaños. ¿Sabéis por qué? Porque me chifla ver la cara de un niño cuando ve su cumple montado. Y también monto candybars. Sí, sí. Solo candybars. ¿me merece la pena? Pues sí, a mi en mi casa me enseñaron que la montaña se hace con muchos granitos y que cada uno, suma como el resto.
Así que trabajo todo lo que tenga que trabajar para tener mi huequito en el sector, pagar a mis chicos, a mi gestor, la luz y cuando llego a las bodas, sonrío todo lo que sé porque valoro que es el día más importante en la vida de alguien.
Y aplaudo a mis compañeros de sector: a las chicas de la Colombine porque creo que tienen un gusto exquisito, a Atípica porque hacen las bodas más espectaculares que yo haya visto jamás en España, a Cristina&Co porque su manera de ser me fascina, a Las Mafaldas porque son rápidas pensando y moviéndose, a Bodas de Cuento por mil motivos la verdad...solo uno no me llega, a Vip porque sacan el atrezzo para decorar de una fábrica mágica que deben tener escondida, y a muchos muchísimos más.
Y a otros no les aplaudo porque no me gusta cómo trabajan, no me identifico con su forma de cobrar o con su forma de "colaborar" pero seguro que eso no quiere decir que la mía sea la buena. Solo que es otra.
El caso es que este post ha sido autoterapia, porque a veces necesito recordarme a mi misma que ¡ser wedding planner es la pera!, que no es una competición por ver quién llega el primero, que unas veces unos estarán arriba y otras lo estarán otros, que bienvenidos los que quieran empezar en esto siempre que lo hagan profesionalmente y que a todos los que quieran estropear algo tan bonito: ¡de verdad, basta ya!
Este post ha sido escrito por las hormonas de Eva Colorín