Hoy hago 4 años de casada y cómo no (muy original yo) he pensado que tenía que contaros todo lo que hice y no hice en mi boda. Todo lo que tendría que haber hecho de otra forma y todo lo que volvería a repetir. Porque la verdad, mi boda ¡fue lo más! Jajajaja, no comparada con las bodas que he organizado después, pero sí para mi, para ese momento de mi vida, para lo que viví.
- La Iglesia.
Mi sueño era casarme en Santa Bárbara, por sus escaleras. Cumpliendo con todo topicazo de novia. Incluso sabiendo que iba a tener que hacer una pausa al terminar de subir las escaleras para coger aire y abanicarme con mi pai pai. Pero justo ¡estaba en obras! Oh, drama terrible. Fin del mundo. Si no es en Santa Bárbara, no es ninguna otra. Llantos. Primer drama de novia.
Mi madre decidió acompañarme a ver otras: San Manuel y San Benito, Los Jerónimos, La Cripta de la Almudena, San Fermín de los Navarros (que estaba cogida, pero la habría elegido. Más drama)...nada me gustaba.
Así que pensé que tenía que encontrar alguna especial: la de mi colegio por fea que fuera, en la que bautizaron a Mr. Colorín...y de pronto, pensé en mi padre...que vivía en la Calle Don Pedro y tenía una iglesia muy mona cerquita de casa a la que iba algunas veces. Allí tenía que ser. Con él más cerca de alguna manera.
Me casé en la Iglesia de San Andrés. Rosa por dentro. Con jardincito fuera. En plena Latina. Con un cura insoportable que nos dio la misa. Pero con mi padre cerca. O eso pensé yo.
- La Finca.
Me casé en La Casa de Mónico, en Madrid. ¿Sabéis cuántas fincas visité antes? CERO.
La primera boda que se celebró en Mónico hace muuuchos años, fue la de mi hermano mayor, cuando todavía la cocina era de leña y los jardines no estaban tan cuidadísimos como ahora. Era un sitio especial para mi. He sido niña de arras muchas veces en Mónico y era el momento de entrar como novia.
Para mi cumplía el requisito fundamental: tener significado para mi boda.
Visité la finca con mi mejor amiga y sin consultar al Santo de Mr. Colorín, confirmé la fecha.
- El Vestido.
Veréis, yo estoy gordita (por decírmelo de una manera dulce) y elegir vestido fue claramente mi gran drama en la boda. Si las novias se casaran de negro habría sido más fácil, pero no veía el momento de ir a una tienda de vestidos y enfundarme en metros de tela blanca para mirarme en un espejo y pensar: la que has liado, pollito.
El caso es que pospuse la decisión todo lo que no debes posponer. Llamé a todos los diseñadores que me interesaban preguntándoles cuál era la fecha máxima para ir, casándome en septiembre. Jajajajajaja. Quería adelgazar. En mi boda pesaba exactamente lo mismo que en esas primera llamadas pero os prometo, que me imaginé haciendo la dieta más loca del planeta y entrando con mi vestido de Kim Kardashian mientras la gente decía: "wow, cómo se ha quedado Eva de guapa". Luego entendí, que te miran con los mismos ojos aunque no hayas perdido ni un gramo.
Mi primera visita fue a Navascués. Y también fue la última. Porque Pilar me trató como una madre. Con cariño. Y lloré. Según me probé el primer vestido que amenazaba con estallarme, lloré. Me vi horrorosa. Pensé que tenía que anular la boda y coserme la boca para no ingerir más que aire en meses. Así que me hicieron un dibujo. Me enseñaron fotos. Me hicieron imaginarme el vestido de mis sueños. Me engañaron contándome lo guapísima que era y sabía que era allí donde quería ir a soñar con mi boda los siguientes meses.
Así fue. ¡Lo que me aguantaron las pobres! Ahora quiero velo, ahora no lo quiero. Ahora quiero vuelo, ahora no lo quiero. Ahora quiero broche, ahora no lo quiero. Jajajaja. Eso sí, menuda tijera le metieron a mi escote. Fue la delgada línea entre ir "sexy" o "se te ha ido de las manos". Hoy ya os digo que habría dejado un poco más de tela.
- Los Zapatos.
Fui a Louboutin. Me probé unos preciosos. Intenté andar con ellos y descubrí que iba a acabar saliendo en videos de Youtube como la novia que se rompió el tobillo 15 veces de camino al altar.
Fui a Jimmy Choo. El dependiente me sacó unos zapatos. Un hombre. Los sacó de la caja. ¡SE LOS PUSO! Y me dijo. Yo ando bien con ellos. ¡Imagínate tú! Me los llevé.
Después me puse unas bailarinas de flores rosas de Pretty Ballerinas.
- La Invitación.
Seguramente de lo que más disfruté preparando en mi boda. Mi amiga María, de Molaría, decidió regalarme el diseño de las invitaciones. Y ya os digo que eso es mucho, que María antes de ser amiga fue la profesora de creatividad que más me ha enseñado en el mundo.
Tenía ganas de hacer algo divertido y como ya habréis notado, los cuentos me gustan un poco. Así que hicimos una tarde de brainstorming de amigas en la cafetería HD con un buen gin tonic delante y decidimos que si en los cuentos "fueron felices y comieron felices" yo quería que el mío empezara así.
María y Borja (creador del logo de Colorín) me diseñaron la invitación más preciosa del mundo. Un tío de Juanjo nos mandó el paté de perdiz más rico del mundo, en unos tarritos preciosos que nos tocó limpiar uno a uno para colocar nuestras etiquetas. Taller de corta y pega en casa durante muchos días. Corta cuerda, ata cuerda, pon tapita, ata librito....¡qué divertido!
- Las Flores.
Conocí a Sally dando un paseo por Federica & Co. Tenía su mesita dentro de la tienda y todo el jardín a rebosar de flores increíbles. Muchos sábados, le compraba rosas que Sally me envolvía en un papel kraft de lo más sencillo. Me recordaba a mis meses viviendo en Londres y me hacía sentir algo especial. Empezamos a hablar. Y la energía de Sally se me pegó.
Así que hice mi carpeta de inspiración de flores (una carpeta de verdad, con sus folios, nada de Pinterest), lo que me gustaba y lo que no, el ramo de mis sueños, la mesa de mis sueños, las flores de mis sueños...¡y pedí cita! Fue el día en que me bautizaron como Pompones porque me planté allí con mi "carpeta de boda" que todavía hoy me acompaña. Un portadocumentos de Manoush, dorado y lleno de pompones fucsia (muy discretita yo).
Invadí Gabriel Lobo con mis ideas rosas....yo creo que Sally se desmayó por dentro pero me fui feliz y sabiendo que mis flores, las haría ella. ¡Quién me iba a decir que acabaríamos teniendo nuestro propio hashtag #colorinandsally por trabajar juntas.
- El Novio.
Mr. Colorín es un santo. Seguro que eso ya lo habíais notado. Y yo no soy de esas personas que dejen las cosas sueltas. Decidí y vi todos los detalles de su traje. Jajajajaja. El traje, el chaleco y la corbata fueron de Knack Men, los zapatos de Carmina y los gemelos de su papi. El prendido, de Sally of course.
- La Lista de Bodas.
Zankyou. Genial. Siempre la recomiendo.
- La Deco.
Nuestra boda tuvo temática cuentos... Solo algunos detalles: nombre de las mesas, la invitación, la web (yfueronfelices...pero ya no existe), la mesa de los peques (que era Alicia en el País de las Maravillas) y ya.
Pusimos un fotomatón cuando todavía no era tan habitual ponerlos y prometo que no me esperaba el exitazo.
Montamos un candybar que se me fue de las manos. Macarons que trajimos de La Durée, cakepops que le encargamos a Vailima, tartas de Molly Mellow, chuches como para alimentar a un pueblo 3 meses....sobró la mitad, pero lo volvería a hacer igual (bueno, creo que mejor)
Kit de baños, alpargatas, abanicos y todas las cosas luminosas que encontré para la fiesta. Ahora es "lo típico", entonces no tanto.
- La Fiesta.
Nuestro dj fue Mickey Pavón (fiestón donde los haya) porque de bodas no sabíamos mucho todavía, pero de música sí.

Y durante 1 hora, mis amigos "2 Many Rafas" pincharon y aguantaron que les pidieran canciones de lo más absurdas (menuda paciencia). Nos reimos y sacaron ese lado freak que me sale cuando escucho Explota, explótame, expló. Después, nos regalaron a todos un cd con la música de la boda. ¡REGALAZO!
A las 6h a.m. nos subimos al autobús de Esteban Rivas que nos dejó a todos (novia con vestido princesa incluída) en Bilbao y continuamos celebrándolo en casa de unos amigos. Como ya sabíamos que esto iba a pasar, ya habíamos organizado la post fiesta y habíamos invadido su casa con bebidas y mi ropa para cambiarme.
A las 11h de la mañana del domingo, un taxista nos miraba con cara de susto cuando una novia perjudicada y un novio que seguía sin quitarse la chaqueta, se subían a su taxi en pleno Malasaña con dirección a su casa.
*Fotos de Beatriz Goiri
- Detalles y anécdotas que no entran en su propia categoría
- Llevé los pendientes con los que se casó mi tía y un anillo de mi abuela.
- La noche antes de la boda, mi madre me regaló una espectacular pulsera de Bárcena y mi hermana un boceto de mi vestido de novia, con telas reales del vestido. Todo forrado en una caja con una imagen de las dos de pequeñas.
- Durante la cena mis mejores amigas nos sorprendieron con un discurso espectacular.
- Le entregué mi ramo a mi hermana y una réplica a nuestros amigos Sara y Carlos, que no solo se casaron después, sino que ya están esperando su primer bebé.
- Durante la misa, el cura fue tan maleducado que pensé en girarme y decir que nos fuéramos todos. Lo pensé mucho. Luego vi a mi suegra llorar emocionada y decidí callarme. ¡Menos mal!
- Mi madre se compró el vestido 10 días antes de la boda. Encontró uno en Valentino que le encantó y tan tranquila. El tocado se lo hizo Manuel de Vivar porque yo me empeñé en que quería tocado.
- Como mi padre no estaba y Mr. Colorín solo tiene hermanos, pensamos que sería bonito girar los puestos, así que entré del brazo de mi suegro y la madrina fue mi madre.
- Mis testigos y mi familia tuvieron un ataque de risa durante la ceremonia, de los que te dan con 7 años. Nos contagiaron a todos (menos al cura, claro)
- Los niños me sorprendieron durante la cena con dibujos y regalos que me traían hechos de casa.
- Bailamos el vals de La Bella Durmiente. Y entramos a cenar con el Hymne à l'amour de Edith Piaf. Todos nuestros amigos se levantaron aplaudiendo y creo que casi se me para el corazón.
- El día de la boda, en lugar de irme a hacer la manicura, me planté en la finca para revisar que todo estuviera en su sitio. Mi madre me esperaba en casa con una persona para que me hiciera las uñas, porque sabía lo que iba a hacer. Nada como una madre que te conoce.
- Fui taaan feliz.
- Nos fuimos de luna de miel a Dubai, Hong Kong y Maldivas. Nunca me ha costado tanto volver de un sitio. Me planteé qué podía hacer yo para quedarme a vivir en ese hotel trabajando en mitad del agua. Luego me di cuenta que cuando veo un caballito de mar entro en pánico.
- La Iglesia.
Mi sueño era casarme en Santa Bárbara, por sus escaleras. Cumpliendo con todo topicazo de novia. Incluso sabiendo que iba a tener que hacer una pausa al terminar de subir las escaleras para coger aire y abanicarme con mi pai pai. Pero justo ¡estaba en obras! Oh, drama terrible. Fin del mundo. Si no es en Santa Bárbara, no es ninguna otra. Llantos. Primer drama de novia.
Mi madre decidió acompañarme a ver otras: San Manuel y San Benito, Los Jerónimos, La Cripta de la Almudena, San Fermín de los Navarros (que estaba cogida, pero la habría elegido. Más drama)...nada me gustaba.
Así que pensé que tenía que encontrar alguna especial: la de mi colegio por fea que fuera, en la que bautizaron a Mr. Colorín...y de pronto, pensé en mi padre...que vivía en la Calle Don Pedro y tenía una iglesia muy mona cerquita de casa a la que iba algunas veces. Allí tenía que ser. Con él más cerca de alguna manera.
Me casé en la Iglesia de San Andrés. Rosa por dentro. Con jardincito fuera. En plena Latina. Con un cura insoportable que nos dio la misa. Pero con mi padre cerca. O eso pensé yo.
*Esta foto es el mejor ejemplo de que tienes que asignarle
a alguien que se ocupe de tu velo y la cola de tu vestido.
- La Finca.
Me casé en La Casa de Mónico, en Madrid. ¿Sabéis cuántas fincas visité antes? CERO.
La primera boda que se celebró en Mónico hace muuuchos años, fue la de mi hermano mayor, cuando todavía la cocina era de leña y los jardines no estaban tan cuidadísimos como ahora. Era un sitio especial para mi. He sido niña de arras muchas veces en Mónico y era el momento de entrar como novia.
Para mi cumplía el requisito fundamental: tener significado para mi boda.
Visité la finca con mi mejor amiga y sin consultar al Santo de Mr. Colorín, confirmé la fecha.
- El Vestido.
Veréis, yo estoy gordita (por decírmelo de una manera dulce) y elegir vestido fue claramente mi gran drama en la boda. Si las novias se casaran de negro habría sido más fácil, pero no veía el momento de ir a una tienda de vestidos y enfundarme en metros de tela blanca para mirarme en un espejo y pensar: la que has liado, pollito.
El caso es que pospuse la decisión todo lo que no debes posponer. Llamé a todos los diseñadores que me interesaban preguntándoles cuál era la fecha máxima para ir, casándome en septiembre. Jajajajajaja. Quería adelgazar. En mi boda pesaba exactamente lo mismo que en esas primera llamadas pero os prometo, que me imaginé haciendo la dieta más loca del planeta y entrando con mi vestido de Kim Kardashian mientras la gente decía: "wow, cómo se ha quedado Eva de guapa". Luego entendí, que te miran con los mismos ojos aunque no hayas perdido ni un gramo.
Mi primera visita fue a Navascués. Y también fue la última. Porque Pilar me trató como una madre. Con cariño. Y lloré. Según me probé el primer vestido que amenazaba con estallarme, lloré. Me vi horrorosa. Pensé que tenía que anular la boda y coserme la boca para no ingerir más que aire en meses. Así que me hicieron un dibujo. Me enseñaron fotos. Me hicieron imaginarme el vestido de mis sueños. Me engañaron contándome lo guapísima que era y sabía que era allí donde quería ir a soñar con mi boda los siguientes meses.
Así fue. ¡Lo que me aguantaron las pobres! Ahora quiero velo, ahora no lo quiero. Ahora quiero vuelo, ahora no lo quiero. Ahora quiero broche, ahora no lo quiero. Jajajaja. Eso sí, menuda tijera le metieron a mi escote. Fue la delgada línea entre ir "sexy" o "se te ha ido de las manos". Hoy ya os digo que habría dejado un poco más de tela.
- Los Zapatos.
Fui a Louboutin. Me probé unos preciosos. Intenté andar con ellos y descubrí que iba a acabar saliendo en videos de Youtube como la novia que se rompió el tobillo 15 veces de camino al altar.
Fui a Jimmy Choo. El dependiente me sacó unos zapatos. Un hombre. Los sacó de la caja. ¡SE LOS PUSO! Y me dijo. Yo ando bien con ellos. ¡Imagínate tú! Me los llevé.
Después me puse unas bailarinas de flores rosas de Pretty Ballerinas.
- La Invitación.
Seguramente de lo que más disfruté preparando en mi boda. Mi amiga María, de Molaría, decidió regalarme el diseño de las invitaciones. Y ya os digo que eso es mucho, que María antes de ser amiga fue la profesora de creatividad que más me ha enseñado en el mundo.
Tenía ganas de hacer algo divertido y como ya habréis notado, los cuentos me gustan un poco. Así que hicimos una tarde de brainstorming de amigas en la cafetería HD con un buen gin tonic delante y decidimos que si en los cuentos "fueron felices y comieron felices" yo quería que el mío empezara así.
María y Borja (creador del logo de Colorín) me diseñaron la invitación más preciosa del mundo. Un tío de Juanjo nos mandó el paté de perdiz más rico del mundo, en unos tarritos preciosos que nos tocó limpiar uno a uno para colocar nuestras etiquetas. Taller de corta y pega en casa durante muchos días. Corta cuerda, ata cuerda, pon tapita, ata librito....¡qué divertido!
- Las Flores.
Conocí a Sally dando un paseo por Federica & Co. Tenía su mesita dentro de la tienda y todo el jardín a rebosar de flores increíbles. Muchos sábados, le compraba rosas que Sally me envolvía en un papel kraft de lo más sencillo. Me recordaba a mis meses viviendo en Londres y me hacía sentir algo especial. Empezamos a hablar. Y la energía de Sally se me pegó.
Así que hice mi carpeta de inspiración de flores (una carpeta de verdad, con sus folios, nada de Pinterest), lo que me gustaba y lo que no, el ramo de mis sueños, la mesa de mis sueños, las flores de mis sueños...¡y pedí cita! Fue el día en que me bautizaron como Pompones porque me planté allí con mi "carpeta de boda" que todavía hoy me acompaña. Un portadocumentos de Manoush, dorado y lleno de pompones fucsia (muy discretita yo).
Invadí Gabriel Lobo con mis ideas rosas....yo creo que Sally se desmayó por dentro pero me fui feliz y sabiendo que mis flores, las haría ella. ¡Quién me iba a decir que acabaríamos teniendo nuestro propio hashtag #colorinandsally por trabajar juntas.
- El Novio.
Mr. Colorín es un santo. Seguro que eso ya lo habíais notado. Y yo no soy de esas personas que dejen las cosas sueltas. Decidí y vi todos los detalles de su traje. Jajajajaja. El traje, el chaleco y la corbata fueron de Knack Men, los zapatos de Carmina y los gemelos de su papi. El prendido, de Sally of course.
- La Lista de Bodas.
Zankyou. Genial. Siempre la recomiendo.
- La Deco.
Nuestra boda tuvo temática cuentos... Solo algunos detalles: nombre de las mesas, la invitación, la web (yfueronfelices...pero ya no existe), la mesa de los peques (que era Alicia en el País de las Maravillas) y ya.
Pusimos un fotomatón cuando todavía no era tan habitual ponerlos y prometo que no me esperaba el exitazo.
Montamos un candybar que se me fue de las manos. Macarons que trajimos de La Durée, cakepops que le encargamos a Vailima, tartas de Molly Mellow, chuches como para alimentar a un pueblo 3 meses....sobró la mitad, pero lo volvería a hacer igual (bueno, creo que mejor)
Kit de baños, alpargatas, abanicos y todas las cosas luminosas que encontré para la fiesta. Ahora es "lo típico", entonces no tanto.
- La Fiesta.


Y durante 1 hora, mis amigos "2 Many Rafas" pincharon y aguantaron que les pidieran canciones de lo más absurdas (menuda paciencia). Nos reimos y sacaron ese lado freak que me sale cuando escucho Explota, explótame, expló. Después, nos regalaron a todos un cd con la música de la boda. ¡REGALAZO!
A las 6h a.m. nos subimos al autobús de Esteban Rivas que nos dejó a todos (novia con vestido princesa incluída) en Bilbao y continuamos celebrándolo en casa de unos amigos. Como ya sabíamos que esto iba a pasar, ya habíamos organizado la post fiesta y habíamos invadido su casa con bebidas y mi ropa para cambiarme.
A las 11h de la mañana del domingo, un taxista nos miraba con cara de susto cuando una novia perjudicada y un novio que seguía sin quitarse la chaqueta, se subían a su taxi en pleno Malasaña con dirección a su casa.
*Fotos de Beatriz Goiri
- Detalles y anécdotas que no entran en su propia categoría
- Llevé los pendientes con los que se casó mi tía y un anillo de mi abuela.
- La noche antes de la boda, mi madre me regaló una espectacular pulsera de Bárcena y mi hermana un boceto de mi vestido de novia, con telas reales del vestido. Todo forrado en una caja con una imagen de las dos de pequeñas.
- Durante la cena mis mejores amigas nos sorprendieron con un discurso espectacular.
- Le entregué mi ramo a mi hermana y una réplica a nuestros amigos Sara y Carlos, que no solo se casaron después, sino que ya están esperando su primer bebé.
- Durante la misa, el cura fue tan maleducado que pensé en girarme y decir que nos fuéramos todos. Lo pensé mucho. Luego vi a mi suegra llorar emocionada y decidí callarme. ¡Menos mal!
- Mi madre se compró el vestido 10 días antes de la boda. Encontró uno en Valentino que le encantó y tan tranquila. El tocado se lo hizo Manuel de Vivar porque yo me empeñé en que quería tocado.
- Como mi padre no estaba y Mr. Colorín solo tiene hermanos, pensamos que sería bonito girar los puestos, así que entré del brazo de mi suegro y la madrina fue mi madre.
- Mis testigos y mi familia tuvieron un ataque de risa durante la ceremonia, de los que te dan con 7 años. Nos contagiaron a todos (menos al cura, claro)
- Los niños me sorprendieron durante la cena con dibujos y regalos que me traían hechos de casa.
- Bailamos el vals de La Bella Durmiente. Y entramos a cenar con el Hymne à l'amour de Edith Piaf. Todos nuestros amigos se levantaron aplaudiendo y creo que casi se me para el corazón.
- El día de la boda, en lugar de irme a hacer la manicura, me planté en la finca para revisar que todo estuviera en su sitio. Mi madre me esperaba en casa con una persona para que me hiciera las uñas, porque sabía lo que iba a hacer. Nada como una madre que te conoce.
- Fui taaan feliz.
- Nos fuimos de luna de miel a Dubai, Hong Kong y Maldivas. Nunca me ha costado tanto volver de un sitio. Me planteé qué podía hacer yo para quedarme a vivir en ese hotel trabajando en mitad del agua. Luego me di cuenta que cuando veo un caballito de mar entro en pánico.
Y lo más importante, ¡me casaría con él una y mil veces!